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San Fernando Limita al Norte

  • laotracaradelaisla
  • 18 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

San Fernando, la muy Ilustre y Real Villa de la Isla de León, limita al norte con un despropósito, y al sur…, al sur también limita con un despropósito Hace ya más de dos siglos, el Rey Don Carlos IV, hijo que fue del mejor alcalde de Madrid, siguiendo los pasos de su padre y de su abuelo en su afán por potenciar la Isla, se empeño en dar vida al recién creado astillero de la Carraca, para ello mandó construir un camino que comunicara este con la incipiente la Población Militar de San Carlos, y para evitar que el tráfico marítimo desde Cádiz a las poblaciones del otro lado de la Bahía pasaran por las proximidades de la flota fondeada al amparo del Arsenal, mandó construir un caño paralelo al de Santipetri, el canal de San Carlos o de las Astillas (hoy Caño 18) para salvar este canal artificial, mandó construir un puente para que el camino no se viera interrumpido: El Puente

del Marqués de Ureña, que debe su nombre al Ingeniero constructor. En medio de tan afanoso desarrollo vino la guerra, se acabaron los dineros, el Rey Carlos fue llamado a Bayona y su sucesor (Fernando VII) no quiso nada con Cádiz, y mucho menos con la ciudad donde nació la Constitución que a la postre venía a decir que todos éramos iguales y que la autoridad del Rey provenía, no de Dios, si no del Pueblo… el caso es que el puente se quedó construido, sin caño que lo atravesara, ni gente que lo cruzara, un puente, en fin que no venía de ninguna parte, ni conducía a lugar alguno.

Doscientos diez y seis años después, reinando en España otro Borbón, presidiendo la Junta de Andalucía un Chaves (de la Isla, aunque nacido en Ceuta) y en la Isla un de Bernardo, no quisieron ser menos que aquellos que construyeron un puente para que por debajo pasara un caño, y mandaron hacer un puente, al sur de nuestra ciudad, un puente que al igual que el de Ureña, no lleva a ninguna parte, los raíles que lo cruzan están olvidados, oxidados y abandonados, la vía que por el pasa muere unos metros más allá, donde reposan los rieles amontonados, restos de un tranvía que nunca llegó a funcionar, no es que San Fernando necesitara un tranvía, pues San Fernando, al igual que Santa Marta, tiene tren, aunque no tenga tranvía.

Dos Puentes, dos despropósitos, dos ostias con unos panes, dos obras que si bien plenas de buenas intenciones no llevaron a ningún sitio. Hoy los restos de ambos puentes delimitan el término municipal de una ciudad que entre puente y puente muere por que se la lleva la corriente.


 
 
 

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