PLATAFORMA CIUDADANA
LA OTRA CARA DE LA ISLA
Los Polvorines de Fadricas
Constituyen un conjunto de veintiséis polvorines de distintos tipos, con una identidad propia, arquitectónica, histórica y ecológica, conseguida a base de aislamiento y servidumbre militar que la Armada Española construyó a orillas de la BahÃa de Cádiz, en la franja costera de San Fernando, que mira al saco interno de la BahÃa, entre el Caño Herrera y la playa de la CaserÃa de Ossio, para surtir de pólvora y municiones a las flotas. Estos polvorines estuvieron en servicio hasta el año 2001 en que todas las actividades que en ellos se desarrollaban fueron trasladadas a la Base Naval de Rota.
La historia del sitio se remonta a los primeros dÃas del año de 1730, en los que el Rey de España, Felipe V dona unos terrenos situados en el lugar conocido como Punta Cantera, para construir tres almacenes para la Pólvora y un Cuerpo de Guardia. Los polvorines que el Ingeniero militar, jefe de las fortificaciones de AndalucÃa, Ignacio de Salas Garrigo diseña son del tipo Belidor, con dos sólidas bóvedas interiores y recios contrafuertes exteriores para almacenar y proteger los barriles de pólvora negra, tanto de los ataques enemigos, como de las inclemencias del tiempo. Un año después de la Real Orden, fueron entregados a la Armada los tres almacenes proyectados, el Santa Bárbara, el San Bernardo y el San Jerónimo. Durante los siguientes años, y hasta agosto de 2001, en que dejaron de tener utilidad, las cada vez mayores necesidades de la Armada propiciaron distintas obras de mejora, asà en el segundo tercio del siglo XVIII, se construyeron las murallas defensivas y el Muelle para la Pólvora de Su Majestad; durante el siglo XX otras construcciones se unieron a los tres polvorines primigenios, hasta completar un total de 26 (debieron ser 27 pero uno de ellos, el A-3 se construyó justo encima del Santa Bárbara, dejándonos solo dos de los originales Proyectados por el Marqués de Verboom.
Dentro del recinto, además de los polvorines podemos encontrar varias zonas de interés, entre las que destacamos los restos de un Alfar romano datado entre el último siglo anterior y el primero posterior a nuestra era, encontrado en las inmediaciones del desaparecido cuerpo de guardia original y que, aun hoy permanece pendiente de investigar.
También podemos destacar el Embarcadero de las Fadricas, anterior incluso al propio recinto de los polvorines del que se habla ya desde finales del siglo XVII. Lo constituyen dos espigones paralelos, construidos con roca ostionera y con una actividad comercial hasta 1959. El muelle izquierdo ha perdido unos metros del extremo, el resto permanece muy bien conservado.
Otro de los sitios a destacar en nuestra visita son las Murallas defensivas, construidas en la segunda mitad del Siglo XVIII. Se conservan intactas, con detalles ornamentales de aire barroco, se mantienen en muy buen estado de conservación.
Sin duda el más caracterÃstico de los lugares emblemáticos del entorno, excluidos los propios polvorines, es el Muelle de Punta Cantera o de la Pólvora de Su Majestad, es un original y extraño espigón fabricado en rampa descendente, con sillares machihembrados de roca ostionera y piso empedrado. Se utilizó para embarcar y desembarcar pólvora negra y como apostadero de la flota de sutiles en la batalla naval contra la escuadra del almirante Rosilly (1808), el sitio napoleónico de 1810/12 y en la lucha contra los Cien Mil Hijos de San LuÃs, en 1823. También tuvo uso civil y quedó en desuso en el último tercio del siglo XIX.
Desde que en agosto de 2001 la Armada abandonara los 26 polvorines y sus dependencias anexas, esos casi 500.000 metros cuadrados están en desuso, esperando que un dÃa alguien venga a rescatarlos del olvido, esperando que alguien tome la iniciativa de ponerlos de nuevo en valor, esperando a que alguien recupere su historia, una historia de vinculación entre la ciudad y la Armada. Desde aquel aciago dÃa de agosto veintiseis polvorines piden a gritos que alguien se decida a darles un uso, en recuperarlos, que alguien acometa las labores de mantenimiento necesarias para evitar que lo que el tiempo no pudo destruir, lo destruyan el olvido y el abandono…
Hasta que no llegue ese dÃa la ciudad de San Fernando, sus habitantes, reclamamos la propiedad, el uso y la gestión de esos terrenos, historia viva de la ciudad, patrimonio del cañailla y parte importante de su heredad.
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